Los tropiezos no pueden frustrar tus objetivos.
Era verano y el Sol quemaba la piel. Mi padre ya hacía horas que era en el campo, recogiendo el trabajo de todo un año, cuando de repente, llaman por teléfono, hay fuego en el pueblo cercano y se estaban quemando unas hierbas cerca de donde estaba mi padre.
Cogí el coche y fui corriendo hacia allí, los bomberos ya trabajaban y por suerte, sólo fueron unos matorrales en la arcén de un camino, esta vez hemos tenido suerte y no la que nos había acompañado durante el largo invierno, lleno de lluvias y nevadas.
Era la época de recoger y mi padre casi no podía descansar ni un ratito, él me decía; -no me puedo despistar que hay mucho trabajo y después se tiene que sembrar para el año próximo. ¿Yo pensé que era un trabajo muy duro, y dudaba si era bueno eso de trabajar tanto para después no tener una recompensa bien merecida, la cosecha había sido pobre y los precios de mercado estaban por el suelo, así que, ¿por qué no dejarlo y buscar otro trabajo? Pero me fijé, que mi padre trabajaba porque era su trabajo, él es su propio dueño y puede hacer y deshacer como quiera, era un trabajo ideal para él y no dudaba a volver a luchar contra todos los problemas que podían surgir durante el año próximo.
Al final del verano, mi padre se sentaba en el patio de casa con unas olivas y un vaso de vino, se sentía satisfecho, al final la cosecha había salido mejor de lo que todos esperábamos y él sólo miraba en el cielo esperando las primeras lluvias para volver a empezar.
Hay personas que se esfuerzan para conseguir un objetivo, para mejorar en su vida, pero muchas veces surgen problemas, tropiezos a lo largo de este esfuerzo que hacen perder las esperanzas y acaban abandonando el interés y la motivación que tenían para llegar a su objetivo. Pues bien, yo quiero hacer entender a todos los que abandonan las esperanzas que tienen que luchar y buscar soluciones a sus problemas.
Espavila’t para conseguir lo que quieres.