InicioArtículosLa Administración y la cultura del esfuerzo

«LAS COSAS DE PALACIO VAN SIEMPRE MUY DESPACIO». Mucha paciencia. Eso es lo que decía mi abuelo cuánto tenía que hacer alguna gestión en la «CASA GRANDE», es decir en la Administración Pública. Lo decía en castellano porque en aquel tiempo las cosas oficiales hablaban esta lengua, aunque él era catalán de pura cepa. Se quejaba de la lentitud al resolver sus problemas y las complicaciones, innecesarias a su entender, que le ponían. «Están muy ocupados y no les puedes ir con prisas», también decía. De eso han pasado muchos años, pero siempre he recordado las palabras de mi abuelo y, salvando las distancias, creo que todavía tienen plena vigencia. A veces resulta bastante complicado, cargante y sobre todo lento hacer gestiones en las oficinas de la Administración.

Sin embargo, ¿es verdad que los empleados de las oficinas Públicas en general están «muy ocupados»?. ¿Están motivados para hacer su tarea con dedicación y esfuerzo? Me gustaría plantear estas preguntas y, si se diera el caso, llegar a hacer una «consulta ciudadana»; sin embargo, creo que no vale la pena perder el tiempo. Es fácil imaginar cuál sería la opinión mayoritaria: El Esfuerzo no es en general la calidad más representativa de nuestras Administraciones, precisamente todo lo contrario. Trabajar en la Administración es para mucha gente una garantía de estabilidad, pocos dolores de cabeza para salir adelante y un «puesto de trabajo» garantizado con el mínimo esfuerzo.

Para resolver nuestros requerimientos y solicitudes, la Administración dispone de leyes, normas y regulaciones de todo tipo; pero eso sí, casi siempre redactadas de forma «BÍBLICA», es decir, interpretables de mil maneras y poco claras. Por lo tanto, hacen falta muchos empleados para redactar la normativa; pero también harán falta para interpretar todos los conceptos que no han quedado bastante claros en su primera redacción y si hace falta, redactar normas complementarias que a la vez requerirán más aclaraciones y, cómo dice alguien: «embolica que fa fort». A veces me da la sensación que lo que menos importa es la eficacia del trabajo, el coste económico que eso representa y las esperas innecesarias por parte de los administrados. En tiempo de crisis, la mala gestión y la falta de esfuerzo por simplificar las cosas puede traer consecuencias muy graves.

El otra día leí una entrevista que le hacían al Sr. Oriol Amat, Catedrático de Economía de la Universidad Pompeu Fabra. En una de las preguntas, contestaba lo siguiente: «Con una buena gestión, el Estado tendría superávit con los niveles de recaudación actuales. El sector público representa casi la mitad de la economía y en diferentes estudios que hemos hecho en los últimos años siempre nos sale que los costes de la gestión pública están entre un 30% y un 50% por encima de lo que tendría que ser. La productividad es muy baja y el absentismo excesivo». Más adelante vuelve a recalcar: «Por cada 87 Euros que se recaudan se gastan 100, pero con una buena gestión y menos absentismo laboral se podría reducir el gasto en un 20 o 30 por ciento, para hacer lo mismo y mucho mejor que ahora». Mi fuerte no es la economía y, mucho menos la política de gestión de nuestra Administración Pública; sin embargo, por mi experiencia me identifico bastante con las palabras del Sr. Amat.

Si formas parte de nuestras Administraciones, esfuérzate para contribuir a una mejor gestión y simplicidad. Todos te lo agradeceremos. Espavila’t.

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