UNA EDUCACIÓN PARA SER PERSONA
«Necesitamos una educación que parta de la vida, para volver a la vida». (Isabel Carrillo, 2007)
¿Sin embargo, qué es vivir? ¿Qué es ser persona? Es importante hacerse esta pregunta, porque de la respuesta resulta la base de la educación; esta respuesta implícita es la que guía todo acto educativo.
O bien nos lo podemos preguntar a la inversa: ¿Qué concepto de la vida y de las personas hay en la base de la educación actual? Podemos inferirlo reflexionando sobre el panorama educativo y social actual: se habla de una crisis de la educación, de una crisis de valores, los educadores se encuentran a diario con conflictos entre los alumnos, los padres se quejan de no saber qué hacer con los hijos conflictivos; incomunicación; drogodependencias; trastornos y patologías infantiles…
Este panorama tendría que hacernos plantear cómo hemos estado enfocando la educación y la formación de las personas: ¿A qué se le ha dado prioridad? ¿Qué aspectos de la persona se han dejado de lado?
Hay que ir a la raíz del problema, porque el resto son tan sólo los síntomas.
Para que las personas sepamos relacionarnos, tenemos que aprender; para aprender a ser autónomos, nos han tenido que enseñar a serlo y nos han tenido que permitir equivocarnos y decidir por nosotros mismos; para aprender a pensar, nos han tenido que dar la posibilidad de pensar, razonar y cuestionar aquello que se da por establecido; para aprender a gestionar las propias emociones, nos han tenido que dejar un espacio para sentirlas, reconocerlas y nos han tenido que acoger sin desaprobarnos ni sentarnos mal; para ser pacíficos, nos han tenido que enseñar que la violencia genera más violencia y que hay otras maneras de actuar; para no drogarnos, nos han habido de enseñar que la vida está para vivirla y para crecer como personas, para devenir mejores y para conocernos; para amar, nos han tenido que amar y de enseñar a amar bien …
Estamos hablando de una educación dirigida a enseñarnos a vivir y a ser personas antes que cualquier otra cosa, una educación dirigida al desarrollo integral de la persona.
Es necesaria una revisión de la educación, es necesario pararse en el camino para darnos cuenta de qué sociedad estamos creando. Se trataría de partir de un análisis crítico para situarnos y saber desde donde empezamos… y empezar, y actuar. Mirar atrás tan sólo para decidir hacia donde queremos seguir, qué mundo queremos crear.
Lamentarse no sirve, preguntarse constantemente el por qué, tampoco. La pregunta clave es: ¿cómo me gustaría que fuera la sociedad? Y contribuir desde la educación. Los grandes cambios tienen que empezar por uno mismo y para el entorno más inmediato.