LA CULTURA Y LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN.
La libertad de expresión es el derecho que tiene cualquier persona a expresar sus ideas libremente, sin ninguna censura. Y entenderemos la libertad de información como extensión de la libertad de expresión en cualquier medio, sea oral, escrito, impreso, etc., Pero, ¿existe una verdadera libertad de información?. Yo creo que en la práctica es muy difícil. Los medios de comunicación más importantes, los que llegan a todo el mundo, están mayoritariamente en manos de grupos poderosos de influencia, ya sea políticos, económicos, religiosos, etc., Por lo que las ideas expresadas en estos medios se impondrán a otras ideas que no tienen la misma oportunidad de difusión.
La libertad de expresión es un derecho, aunque muchas veces se confunde con el derecho a decir lo que a uno le da la gana sin ningún tipo de responsabilidad. No me parece aceptable ni admisible que los medios de comunicación de masas, aprovechándose de su poder y en nombre de una mala entendida libertad de expresión manipulen las cosas haciendo una abstracción, casi siempre negativa, de la realidad para confundir y llevar las ideas en beneficio de sus intereses.
En los últimos años nos hemos acostumbrado lamentablemente a escuchar «opiniones» (insultos, calumnias, falacias, etc.) Por parte de mucha gente, calificada o no, diciendo la suya sin ningún miramiento y casi siempre al margen de la verdad. Todo ello ha traído como consecuencia la desvalorización de «la palabra». Nuestros políticos, con su afán de poder desmedido y ansias de destruir al adversario, han contribuido de forma espectacular.
En algunas cadenas de televisión, por ejemplo, se pueden seguir diariamente debates de dudosa credibilidad. Presentadores y tertulianos, con actitud altiva y cara de mala leche, trituran sin demasiados miramientos todo aquello que puede servir para crear polémica y sobre todo audiencia. El nivel cultural de nuestro país, en nombre de la libertad de expresión, aún admite este tipo de cotilleo.
Los valores que han de remitir las informaciones y opiniones, al margen de los medios difusores, pasan por la credibilidad, es decir, informar de forma rigurosa y objetiva sin perder nunca de vista la verdad. La auténtica libertad de expresión sólo será posible cuando nuestra sociedad haya conseguido altos niveles culturales y educativos.
Para terminar quiero hacer mención a una anécdota que se atribuye a Sócrates (filósofo griego del siglo V aC.). Dice así: Un hombre se dirigió al filósofo para explicarle los rumores que había oído decir de un amigo común. Sócrates, antes de oír las explicaciones, le preguntó: «¿Estás seguro de que son verdad los rumores que has oído?». «Lo que me quieres decir es positivo?». «¿Estos rumores tienen alguna utilidad para nosotros?». Y, cuando aquel hombre contestó que no podía asegurar la verdad de los hechos; Sócrates se impuso diciendo: «Cállate, si lo que me quieres decir no sabes si es verdad, si no es positivo y no tiene ninguna utilidad para nosotros; ¿porque lo tengo que saber?.
Hacemos el esfuerzo de reflexionar, hagamos el esfuerzo de entender que la libertad de expresión es algo más profundo que un simple cotilleo, aunque sea en un plató de televisión. Espabila porque la cultura esté presente en las opiniones.