EL HOMBRE DEL SACO: LA CULTURA DEL MIEDO
Un atardecer paseando por el parque me econtré con una niña que corría arriba y abajo jugando con un gatito. A pocos metros la abuela que la iba detrás para no perderla de vista, cansada de tanto correr, el dijo: «ven aquí enseguida!; Que no sabes que cuando oscurece viene el hombre del saco?». La niña paró de golpe, dejó el gato tranquilo y corrió a darle de la mano. En aquellos momentos, de repente, me vinieron a la memoria un montón de recuerdos de mi infancia, a mí también me daba miedo el hombre del saco! Si, ese personaje de la cultura popular que según dicen vaga por las calles y secuestra a los niños y niñas que no se portan bien todo metiéndolos en un saco. Todavía existe el hombre del saco?; Se lo pregunté a aquella buena mujer. Y tanto que existe!, me dijo; gracias a él puedo controlar a mi nieta y evitar que se aleje de mí.
La cultura del miedo ha sido muy presiente entre nosotros como herramienta de control. El hombre del saco que secuestra niños, aquella bruja que vendrá a llevárselos o aquel lobo que se los comerá; son ejemplos para los más pequeños. Meter miedo a los niños en lugar de enseñarles los peligros reales de la vida seguro que a la larga los llevará problemas de inseguridad para nada beneficiosos. Pero, el miedo no afecta sólo a los niños, los adultos solemos ir por la vida medio acojonados: tenemos miedo de la crisis (y con razón!), miedo de cómo va todo, miedo del cambio climático, miedo a las enfermedades, de la muerte (y de las condenas infernales!), por que no llueva o que llueva demasiado, miedo de los políticos y de los bancos… Nos han enseñado ir siempre con el miedo en el cuerpo para mantener la sociedad a raya, y así, inconscientemente, dejamos en manos de otros decisiones que sólo nos pertenecen a cada uno de nosotros.
El miedo es un obstáculo para todo; nos hace mas cobardes ante las injusticias, que paraliza, nos bloquea y nos corta las alas para crecer y soñar. Por eso hay tanto interés en esparcir su cultura, porque, cuando tenemos miedo no protestamos, ni reclamamos lo que es nuestro y nos convertimos en ciudadanos más conformistas.
Un ejemplo de este miedo amenazante la encontramos en nuestra casa. Los catalanes queremos decidir y, si lo decidimos, queremos un «estado propio», pero, aquellos que tienen miedo de que nos vamos nos alarman con razonamientos de andar por casa para meternos el miedo en el cuerpo: una Cataluña independiente no tiene futuro, nos dicen; quedaría aislada del mundo y de todos, se empobrecería y el estado del bienestar desaparecería para siempre. Y, puestos a decirla bien gorda, es probable que la luz del Sol también dejara de brillar sobre nuestra tierra.
«El hombre del saco» aunque es bien presiente entre nosotros; eso si, disfrazado y renovado con las nuevas tecnologías de los tiempos que corren, pero como personas adultas que somos, hemos hecho el esfuerzo de superar el miedo? Queremos hacer el esfuerzo de avanzar con responsabilidad y firmeza? Espavila’t.