EL MODELO DE ESCUELA ACTUAL NECESITA UNA FUERTE SACUDIDA
Con esta conclusión finalizó la jornada promovida por el Ateneu Barcelonès y la obra social de «La Caixa» en la que participaron José Antonio Marina, reconocido filósofo y pedagogo, Francisco Imbernón, catedrático de la universidad de Barcelona, y Héctor Ruiz , especialista en tecnología educativa. El tema de debate fue: ¿Cómo aprenderán los niños del futuro?; cabe decir que el diario “el Punt Avui” se hizo eco y, por su interés, considero oportuno compartir las opiniones más significativas.
Francisco Imbernón asegura que la estructura escolar actual es del siglo XIX: «Venimos de un modelo industrial que no nos sirve para la innovación»; y en referencia a la arquitectura de los centros educativos, con sus pasillos y celdas, la considera comparable a la de los edificios diseñados para albergar manicomios y prisiones. Asimismo Héctor Ruiz afirma: «Estamos viviendo una revolución superior a la imprenta para que Internet ha cambiado la forma de relacionarnos con el conocimiento». Se lamenta de que las nuevas tecnologías son poco presentes en las escuelas diciendo: «El desfase entre el mundo actual y la escuela es tan grande que un profesor hace 200 años no tendría muchos problemas para hacer su trabajo con una tiza, mientras un cirujano no sería capaz».
José Antonio Marina por su parte dijo: «Vivimos en un mundo de entornos rápidos y esto requiere un proceso de aprendizaje continuo y eficiente. Para sacar provecho de la tecnología en la escuela la clave está en distinguir qué se puede guardar en el cerebro y que en el ordenador». La misión fundamental de la escuela es preparar a los alumnos para desenvolverse en la vida mucho más allá de los conocimientos concretos, ya que estos los tenemos al alcance. Enseñar por competencias y evaluar por la memoria tal como se ha hecho toda la vida, es lo más cómodo pero totalmente incompatible con el cambio de chip que se necesita para construir la escuela del futuro. Marina reivindica potenciar la educación emocional y las virtudes éticas para aprender a ser valientes, creativos, seductores…, para gestionar las emociones y actitudes dentro de la cabeza de cada uno; es decir, todo lo que se puede guardar en el cerebro. Sin esta preparación, como dice él: «Un burro conectado a Internet sigue siendo un burro».
Así pues; el uso de la tecnología y la educación en valores son elementos claves a la hora de pensar cómo debe ser la escuela de futuro; pero aparte habrá cambios muy importantes: «Los centros tendrán espacios polivalentes en lugar de espacios cerrados por cursos y especialidades. Los docentes aprovecharán el software educativo para personalizar el aprendizaje en función de las necesidades de cada alumno y llevarán a cabo un trabajo clínico similar a los de los médicos: se reunirán todos los días para evaluar la situación de los estudiantes, harán propuestas concretas para la jornada y llevarán a cabo un acompañamiento intenso de los alumnos, ya que dispondrán de toda la información acumulada a lo largo de los años».
El modelo educativo actual, sin lugar a dudas, necesita una fuerte sacudida. La escuela del futuro debe ser capaz de transmitir ilusión y ganas de aprender a los jóvenes y dotarlos de aquellas herramientas más adecuadas para llegar a ser emocionalmente inteligente. En este sentido la Fundació Espavila, con ganas de aportar su pequeño grano de arena, organiza año tras año las «Beques Educar Fomentant l’Esforç». La cuarta convocatoria está abierta hasta el quince de abril. Las bases se pueden consultar en la web de la Fundación. Si eres sensible con el mundo educativo y tienes ideas presenta tu proyecto. Espavila’t.