El fracaso escolar ronda el 30% y esto, a mi entender, sólo tiene una interpretación: El sistema educativo catalán necesita mejorar.

La Revista Presencia del pasado diecisiete de noviembre plantea unas reflexiones sobre el modelo educativo que necesitamos para hacer más competentes a los alumnos y lograr una educación de calidad preparada por los retos del siglo XXI.

Francesc Pedró, director de asesoramiento en políticas educativas de la UNESCO, considera que la clave de la cuestión está en los maestros y, en este sentido dice: «Ninguna escuela puede llegar a tener más calidad que la de los docentes que trabajan», y su propuesta es ir al grano: La formación de los maestros. «Mejorar nuestra fuerza docente dará mejores aprendizajes, ya que la calidad máxima de un sistema escolar es función directa de la calidad de su fuerza docente». Es una afirmación contundente y de sentido común pero, como él dice, contrasta mucho con las políticas educativas de los últimos años, basadas en el convencimiento de que la mejora de la enseñanza se conseguiría cambiando las variables que configuran el entorno del aula, pero que no afectan directamente quien las gobierna.

Xavier Besalú, profesor de escuela y profesor de Pedagogía de la Universidad de Girona comenta que el sistema educativo tiene que ser funcional y justo: «la funcionalidad significa que todos los aprendizajes deben tener una dimensión aplicada, práctica, útil. Y la justicia quiere decir que el sistema debe ser profundamente compensatorio (corrector hasta donde sea posible de las desigualdades de origen), altamente estimulador (de modo que todos puedan dar lo mejor de sí mismo: el aburrimiento debería estar prohibido en la escuela)».

Josep M. Esteve y Ana Aguilera, director y secretaria del centro público Jacint Verdaguer de Sant Sadurní d’Anoia, hacen referencia al «coach» como herramienta absolutamente necesaria para formar personas bien preparadas para vivir y convivir en la sociedad de nuestro tiempo. Tres ejes son fundamentales: «El primero, asegurar las herramientas para acceder al conocimiento, el segundo, dar sentido al conocimiento y hacerlo interesante, y el tercero, desarrollar las capacidades individuales, el conocimiento de uno mismo, autocontrol y el trabajo en equipo». El nuevo rol del profesor debe ser el del «coach» que plantea preguntas, que acompaña en el proceso de aprendizaje y que aprovecha la diversidad de la clase como herramienta de ayuda.

Irene Balaguer, Presidenta de la Asociación Rosa Sensat, opina que la escuela ideal debe tener la capacidad de cambiar de acuerdo con los nuevos tiempos, debe confiar en la educabilidad de todos los niños, debe ser una verdadera escuela de aprendizaje, viva, dinámica y abierta con el fin de alentar para que cada uno encuentre su lugar singular en el mundo.

Claudio Fuster, Maestro de la nueva escuela internacional del Campo que una fundación promueve en Salou, marca unas etapas claves en el proceso educativo: la primera es garantizar un buen aprendizaje de materias instrumentales (contar, leer y escribir), que son las que luego nos darán acceso al conocimiento; después fomentaremos la motivación y descubriremos el mundo y en la última etapa nos ocuparemos de la ciencia en el sentido más amplio. Y termina diciendo: «Si lo hacemos bien, y los maestros hemos provocado la curiosidad y deseo de aprender de los alumnos, entonces nada es imposible de aprender. Porque aprender es como buscar novia… si no tienes deseo por una chica, ya puede ser miss Universo que no te interesará».

La pedagoga catalana Marta Mata decía: «Hay que ayudar a los alumnos a estructurar su cerebro y hacerlos competentes por el mundo donde tienen que vivir», y muchos años antes Plutarco hacía la siguiente reflexión: «El cerebro no es un vaso que hay que rellenar, es una luz que se encendió »

Educar requiere un gran esfuerzo por parte de todos ya que es el futuro de un país. Educar fomentando valores es imprescindible para capacitar a los jóvenes que ahora ocupan las aulas. Espabila