InicioArtículosEL VALOR DE LA DEMOCRACIA

La palabra DEMOCRACIA proviene de los vocablos griegos DEMOS y KRATOS que significan GOBIERNO DEL PUEBLO. Para definirlo de forma resumida entendemos que una sociedad políticamente democrática si sus gobernantes son elegidos de manera pacífica, libre y voluntaria por los ciudadanos del pueblo, por lo tanto y en teoría ejercer la democracia política es muy sencillo: Los candidatos a gobernar presentan sus ideas y proyectos al resto de ciudadanos y estos por mayoría le dan su voto o no, el que más votos saca gobierna. Pero, en la práctica democrática las cosas se complican mucho más: Los candidatos a gobernar, más que aportar grandes ideas y proyectos, mayoritariamente, se empujan en desprestigiar con insultos y confrontaciones los otros candidatos para que la ciudadanía los vote menos que a ellos y de esta manera intentar ganar, a pesar de que sus proyectos hayan sido poco votados. Las consecuencias de este juego las padece la sociedad en general que se encuentra sin alternativas sólidas, que pierde la confianza en sus representantes, y deja de ejercer el derecho al voto, y cuando los ciudadanos no decide con su voto, deciden como siempre los poderes fácticos (poderes económicos, políticos, influencias, …).

La DEMOCRACIA en mayúsculas es un VALOR al que no podemos renunciar si pretendemos vivir en una sociedad avanzada ya que nos ayuda a orientar los comportamientos en función de realizarnos como personas. Nos ayuda a preferir, apreciar y elegir unas cosas en lugar de otros o un comportamiento en lugar de otro. La democracia y los valores en general forman parte de las necesidades humanas y representan ideales, sueños y aspiraciones; son importantes en sí mismos y por lo que significan independientemente de las circunstancias concretas de cada momento: En una sociedad poco democrática, injusta, irresponsable o con falta de esfuerzo, la democracia, la justicia, la responsabilidad o el esfuerzo seguirán teniendo valor. Los valores de la democracia necesitan educación en las escuelas; deben formar parte de la actitud práctica de cada día de las personas y sobre todo, y esto es absolutamente imprescindible, nuestros políticos deben hacer el esfuerzo de entender que a ellos recae ser el ejemplo más visible de comportamientos democráticos.

En nuestro entorno más cercano cuesta reconocer actitudes de alto nivel democrático. Nos cuesta entender que entre la clase política hayan legitimado a menudo comportamientos corruptos y oportunistas, muy lejos de los valores más deseables. La ciudadanía en general no hemos sido educados en la escuela ni en la calle con valores de democracia y por otra parte la herencia recibida del pasado es todavía muy presente. El futuro nos tortura por la incertidumbre económica, política, … y el pasado nos encadena, pero ahora, en el presente, las circunstancias actuales requieren hacer un gran esfuerzo de reflexión con serenidad y gran amplitud de miras. Hagámoslo todo con la máxima libertad. “Espavila’t”.

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