EN UN AMBIENTE HISTÉRICO; ILUSIÓN Y ESPERANZA
¡No me negaréis que estamos viviendo momentos excepcionales de nuestra historia! El revuelo generado en Cataluña ha puesto histéricos a un montón de políticos y otros personajes que no están dispuestos a renunciar a toda una serie de privilegios que desde siempre consideran suyos. Para defender lo que democráticamente es indefendible se esconden detrás de la Constitución Española, es decir la «legalidad vigente». Con estas palabras, por un lado sacan pecho para aplacar las reivindicaciones de un pueblo que exige cambios profundos; pero, por el otro lado están nerviosos y tienen mucho miedo, yo diría más: están literalmente acojonados. No saben que hacer para parar de una vez por todo este inmenso desenfreno que, según ellos, se está viviendo en nuestro país. Con sus palabras se detecta nerviosismo a raudales y argumentos poco sólidos: Cualquier maniobra al margen de las leyes llevará necesariamente a los catalanes a un camino sin salida; ¡quedando fuera de Europa, del euro y no sé cuántas cosas más…! Se apuntan a estas habladurías todo tipo de personas afines a la causa española; algún ministro ha comentado la posibilidad de ejercer la fuerza bruta, al parecer algún artículo de la constitución lo permitiría, y un ex presidente, que hasta ahora tengo que decir que me caía bastante bien, ha comparado la situación actual con aquella que se vivió en Alemania durante la segunda guerra mundial. En pleno siglo XXI y en una sociedad que quiere ser democrática parece imposible que esto pueda pasar.
Se nota también un gran nerviosismo en la cúpula de la Iglesia católica española. Sus medios de comunicación trinan defendiendo a capa y espada, como no podía ser de otra manera, los postulados más conservadores y a la vez ridiculizando y menospreciandon el proceso catalán. Yo sinceramente creo que esta manera de actuar contradice los «dogmas cristianos» más elementales; pero ¡que le vamos a hacer!, la iglesia ya nos tiene acostumbrados a este tipo de saraos. Temen perder derechos adquiridos, que son muchos, y protagonismo activo en las decisiones morales y políticas como a menudo suelen hacer.
En medio de este ambiente histérico que se respira por todas partes, aparecen los sentimientos muy generalizados de la gente de nuestro pueblo cargados de ilusión para conseguir un mundo mejor y desembarazarse de una vez por todas de esta gente «tan ufana y tan soberbia» que no deja vivir en libertad. Ilusión para salir a la calle y demostrarlo dignamente, tal como hicimos el pasado once de septiembre, que somos un pueblo maduro para decidir lo que sentimos y lo que queremos; y, con la esperanza puesta en hacer realidad un gran sueño.
Para terminar permítanme unas pequeñas reflexiones. Para aquellos que defienden una patria unida como hasta ahora; me vienen a la memoria unas palabras de una canción satírica que no hace mucho escuché: «No se preocupe tanto por la grandeza de España, ya que cada vez depende más de Alemania que de lo que se cuece en Madrid». Y para los que quieren vivir en un mundo más justo y mejor; que no falte nunca de ilusión, la esperanza y el esfuerzo para conseguirlo. Espavila’t