«ES CUANDO ME ESPABILO QUE VEO CLARO»
Los Reyes me trajeron un regalo diferente, inesperado, ¡vaya!: Un regalo que me obligaba a hacer un esfuerzo. Mi hijo me dio un sobre cerrado. ¿Qué será? Pues se trataba de una inscripción nominativa para correr la cuarta de la Media Maratón, a celebrar en Granollers el primer domingo de febrero. «¡ Anda chico!, A correr que hay que predicar con el ejemplo», me dijo riendo por lo bajo. Junto con el sobre también había un paquete con varias camisetas para lucirlas en la carrera con el emblema de la “Fundació Espavila” y la inscripción «Es cuando me espabilo que veo claro». Ante aquella sorpresa reconozco que me emocioné y, pese a intentar disimularlo, alguna lágrima hizo acto de presencia. ¡No me lo esperaba!, Pero en aquellos momentos me sentía feliz y con ganas de superar el reto.
«Correr es cosa de jóvenes y nosotros ya somos un poco mayorcitos para hacer accesos», me dijo Pere, un buen amigo mío, al comentar el regalo que había recibido de mi hijo. «Los hijos a veces salen con cada cosa que mejor no hacer mucho caso», continuó diciendo. Aquellas palabras me hicieron reflexionar: «¿Realmente somos mayorcitos para correr un poquito?» y, a continuación, me pasó por la cabeza una frase que dijo Arturo Graf, poeta italiano de principios del siglo pasado: «El hombre comienza, en realidad, a ser viejo cuando deja de ser receptivo a cosas nuevas, es decir, cuando deja de ser educable». Bueno, sea como sea, empecé a prepararme debidamente para participar en la carrera y hacer un buen papel.
Los domingos por la mañana, corriendo arriba y abajo por el lado del arroyo, descubrí un montón de sensaciones: aquel aroma de hierba mojada, el viento deslizándose por la cara, el movimiento del agua en alguna pequeña presa o la presencia de aves volando; me ayudaban, sin duda, a transformar el esfuerzo que representaba el hecho de correr con un cierto estado de relajación y bienestar. Y así, poco a poco, conseguí hacer siete u ocho kilómetros sin parar y con un tiempo bastante razonable.
Finalmente llegó el día señalado; el domingo dos de febrero por la mañana, la ciudad de Granollers estaba llena a rebosar y el entusiasmo popular era palpable. Los corredores, y yo entre ellos, avanzábamos ilusionados por conseguir los objetivos y, mientras tanto, el público presencial no paraba de dar muestras de apoyo al esfuerzo de los que corrían. Fue un día para recordar; corrí motivado para lograr mi objetivo, sin importarme demasiado el tiempo empleado. Me espabilé para correr, y lo he visto mucho más claro!
Termino con una pequeña reflexión de un autor anónimo que considero muy apropiada: » Vivir es como hacer una larga carrera que tenemos que correr sin parar; implica esfuerzo y superación para una mejora constante, pero, sin olvidar que no importa la lentitud con que vayas, siempre que no te pares». “Espavila’t” .