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La lucha por la supervivencia llena de vida la naturaleza y el esfuerzo está siempre presente. Sólo necesitamos observar aquellas hormigas que corren ansiosamente con pesadas cargas para abastecer sus graneros, la perrita que se mantiene siempre al acecho para proteger a los cachorros o aquella planta que se resiste a desaparecer y brota de nuevo a pesar de haber sido troceada; son algunos ejemplos. Todos los seres vivos nacen y crecen luchando para sobrevivir y el hombre no es una excepción. Pero éste, a diferencia del resto, tiene la capacidad de desplegar su raciocinio introduciendo criterios de lógica y rigor para cuestionar sus comportamientos. El esfuerzo ligado a la racionalidad humana es a mi entender el valor más indispensable y esencial ya que si el teman bien activado nos será más fácil despertar a otros: trabajo, responsabilidad, perseverancia, y • alusión …; tan necesarios para disfrutar plenamente de la vida.

Podemos definir el valor del esfuerzo en el sentido más racional y positivo, como aquellas actitudes de los seres humanos que sirven para activar la fuerza necesaria para superar los obstáculos; eso sí, con pleno convencimiento de respeto a la tierra y los seres vivos que habitan. Gracias a este esfuerzo la humanidad avanza constantemente en cultura y tecnología. Pero por desgracia el hombre no siempre se ha comportado de manera respetuosa con su entorno; a menudo aprovechando su superioridad ha creado y sigue creando destrucción. ¿Cuál es la manera de evitarlo? Nelson Mandela lo definió claramente, «La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo».

En una época con tantas crisis como la que vivimos (económica, educativa… y sobre todo de valores) no nos toca más remedio que pensar que sin esfuerzo no conseguiremos nada; y por lo tanto es del todo necesario espabilarnos y aprovechar las capacidades que seguro todos tenemos. Muchas veces culpamos a los demás que las cosas no salen como quisiéramos; pero debemos ser conscientes de que el esfuerzo lleva a buenos resultados si la actitud es positiva y bien orientada a lo que nos proponemos. En este sentido James Allen (1864-1912), considerado como uno de los pioneros del pensamiento moderno, dijo: «No podemos alterar ni evitar el desconcierto en las cosas físicas del mundo ni manipular a nadie según nuestros criterios; pero sí podemos hacer el esfuerzo de alterar, modificar y perfeccionar las cosas interiores de nuestra mente para vencer los obstáculos. Las circunstancias del mundo en que vivimos no están en contra nuestra; están aquí para ser superadas y sólo si hacemos este esfuerzo de superación crecer y madurar «.

El valor del esfuerzo a menudo nos hace descubrir que lo más importante no es el resultado sino el camino que hemos tenido que recorrer, paso a paso, hasta llegar al objetivo deseado. Por desgracia nuestra sociedad, y la del mundo occidental en general, en los últimos años ha entendido que «el estado del bienestar» consiste casi exclusivamente en tener capacidad económica para adquirir bienes materiales; sin darse cuenta de que de las cosas que más disfrutamos son aquellas que conseguimos con esfuerzo.

Es importante que haya jóvenes con ilusión y entusiasmo para hacer realidad sus sueños y proyectos a pesar de las adversidades que se puedan encontrar para lograrlo. En este sentido tanto a la familia como la escuela tienen el gran reto de preparar la educación básica de los más jóvenes, pensando que en cualquier proceso educativo no deben faltar las materias más esenciales como puede ser leer y escribir, pero sin olvidar la finalidad última de la educación: preparar adecuadamente las personas y dotarlas de las herramientas necesarias para afrontar los problemas que la vida les plantee y, a buen seguro, el esfuerzo no faltará nunca.

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