¡FUERA PREJUICIOS!
Debemos reconocer con sinceridad que a menudo nuestra manera de pensar, actuar y relacionarse con los demás está condicionada por prejuicios. Es decir, por ideas y esquemas asimilados a lo largo de los años de tipo moral, cultural, sexual, religioso,… que, sin tener una base cierta, no nos permiten hacer un análisis sereno, objetivo y plenamente libre de la realidad.
Los prejuicios surgen por conveniencia, para discriminar, para descartar o por afán de dominar a los demás. Este hecho ha sido constante a lo largo de la historia y de esta manera las clases dominantes han mantenido a raya su poder, sin olvidar la Iglesia que con sus dogmas y preceptos interpretados a su manera ha influido muy negativamente a la propagación de prejuicios. La sociedad actual todavía no se ha entregado del todo a los prejuicios del pasado y a la vez adquiere nuevos. Las ansias de poder y dominación de muchos siguen siendo vigentes y los medios de comunicación existentes en la actualidad son a menudo las herramientas idóneas para enviar prejuicios, creando malos entendidos, limitando y empobreciendo cualquier razonamiento.
Muchas veces entendemos que vivir es caminar por la vida acompañados de una gran maleta llena de prejuicios, que a lo largo de los años se irá llenando y llenando haciéndose cada vez más pesada hasta que el cansancio no nos permita avanzar correctamente. Llegado este punto sería deseable aligerar la carga pero es muy probable que el peso de los propios perjuicios sea tan fuerte que nos lo impida.
De la «gran enciclopedia de prejuicios» no se escapa nadie. Así tenemos ideas prefijadas de las personas bancas y negras; los chinos, indios, gitanos y americanos. De los españoles, castellanos, andaluces, gallegos y catalanes. Los hombres y las mujeres en general tienen toda una serie; ah! y no olvidemos los homosexuales. Los musulmanes, budistas y católicos tampoco se libran, ni las monjas ni los curas.
Que se puede hacer para liberar prejuicios? Pues sólo tenemos una salida: Educación, educación y educación. Y en este sentido, Francesc Torralba Roselló dice: «Educar significa esencialmente construir personas, pero eso sólo es posible si nos tomamos en serio el trabajo de deshacer prejuicios y somos capaces de abrir nuevos horizontes para las nuevas generaciones».
Deshacerse de prejuicios, dando más amplitud a nuestra manera de pensar mucho más allá de los esquemas prefijados y así poder razonar con plena libertad, requiere un gran esfuerzo por parte de todos. Los nuevos tiempos lo reclaman insistentemente y la sociedad se lo merece. Espavila’t.