Inculcar valores para crecer y madurar.
Este verano ha caído en mis manos uno de los muchos libros que escribió James Allen (1864-1912); considerado como uno de los pioneros del pensamiento moderno y fuente de inspiración para muchos otros autores. El libro en cuestión describe una serie de caminos para que el hombre pueda conocerse a sí mismo y de esta manera conseguir paz y felicidad mental, a pesar de las dificultades que conlleva el oficio de vivir. Las reflexiones que se hacen en el libro me han gustado y es por eso que os quiero hacer un resumen.
Allen empieza diciendo que no podemos alterar ni evitar el desconcierto en las cosas físicas del mundo ni manipular a nadie según nuestros deseos, pero sí que podemos hacer el esfuerzo de alterar, modificar y perfeccionar las cosas interiores de nuestra mente para de vencer los obstáculos. Las circunstancias del mundo en que vivimos no están contra nosotros, están aquí para ser superadas y sólo si hacemos este esfuerzo de superación aprenderemos, creceremos y maduraremos.
La mente humana en su desarrollo pasa por tres fases diferentes: «La fase animal», en la que el hombre se complace con los sentidos y desconoce sus posibilidades mentales, «La fase dual» en la que oscila continuamente y de forma inestable entre sus tendencias animales y mentales, y finalmente, «La fase del conocimiento» en la que el hombre despliega su mente y lo enriquece. En esta fase, el hombre puede considerarse preparado para cuestionar todas las opiniones que le lleguen y al mismo tiempo analizar con rigor y lógica su propio comportamiento.
Es necesario enriquecer constantemente la fuerza mental y cuidarla. La mente, como cualquier músculo, se desarrolla con el uso y el ejercicio constante en cualquier dirección traerá como consecuencia una mejora en esta misma dirección.
De la misma manera que el campesino planta las semillas y cuida de sus campos para que crezcan plantas con ufanía y así recoger con abundancia; el hombre tiene que hacer el esfuerzo de «plantar» valores, principalmente los más jóvenes, por que se desarrollen y con los años produzcan sus frutos. El campesino hace el esfuerzo y dispone de las herramientas necesarias para cuidar los campos y al final recogerá más o menos, pero recogerá, aunque no está a su alcance controlar la naturaleza para que juegue a su favor.
Plantar semillas, inculcar valores, seguro que es un buen trabajo y, a pesar de todas las circunstancias adversas, a la larga seguro que recogeremos con abundancia.
Las pequeñas semillas de esfuerzo, trabajo, perseverancia, ilusión y toda una serie interminable de valores, depositadas durante la fase de aprendizaje a nuestros jóvenes, nos llevará sin duda a una sociedad futura mucho más rica y preparada mentalmente para avanzar y superar las dificultades. En este sentido la Fundación Espabila ha puesto en marcha las “BEQUES EDUCAR FOMENTANT L’ESFORÇ”. Echa un vistazo a nuestra web. Espavila’t.