El Esfuerzo generacional y el progreso.
Hace unos días tuvimos la ocasión de mantener una entrevista con el Sr. Jordi Pujol. Fue un encuentro muy gratificante. El Sr. Pujol es un hombre campechano y estimulante. Expresó su apoyo a nuestra Fundación, elogiando la tarea en beneficio de la cultura del esfuerzo. Nos habló, entre otros temas, de las generaciones anteriores a la nuestra y de sus carencias y dificultades de todo tipo, pero gracias a su esfuerzo sacaron adelante. Relacionado con este tema, me vino en la cabeza una historia sencilla pero a la vez emotiva:
Ésta historia se sitúa al principio de los años sesenta, en un pueblo del Bages, en el corazón de Cataluña, con pocas comunicaciones y alejado de posibilidades más allá de la supervivencia de los años que corrían. Aquí vivía un albañil, un buen albañil con el sentido más amplio de la palabra; aquellos hombres que sabían hacerlo todo, que trabajaban más horas que un reloj, que cuándo acababa su trabajo diario, después de cenar, todavía hacía algún trabajo extra. Todo era poco para salir adelante con dignidad. Tenía muy claro que el esfuerzo era la única herramienta válida para superar las dificultades y superarse a sí mismo. En aquella época no se conocía el «week end» todos los días de la semana eran iguales, pero el domingo se hacía alguna excepción: Por la mañana era casi obligado ir a misa, el cura también era cliente suyo y se le tenía que complacer. Por la tarde después de comer, fumaba el cigarro especial del domingo y alguna vez iba con su mujer al cine o al café del pueblo a pasar el rato. Estaba perfectamente identificado con su trabajo y su entorno. Era bien visto, honrado y trabajador. En una palabra, dentro de lo que cabe, era muy feliz con su mujer y su único hijo.
Tal como digo, la vida de este hombre se caracterizaba por el empuje que ponía en todo momento. Pero un buen día se detuvo a pensar detenidamente en el futuro de su hijo, aún jovencito en aquellos momentos, y se hizo una composición de sus posibilidades. Era un hombre que tenía claro que el progreso consistía en el esfuerzo de superación de una generación respecto a la anterior. Él mismo había superado a sus padres en el hecho de tener un oficio más cualificado, ya que como casi todo el mundo venía del mundo del campo, en el sentido más rural de la expresión. Se preguntó: Que hará mi hijo en este pueblo?. ¿Qué posibilidades tiene para estudiar y ser una persona más cualificada profesionalmente que yo?
A partir de aquel momento se planteó hacer el esfuerzo de ir a vivir a un lugar cerca de Barcelona, ya que era la única posibilidad que había para poder estudiar sin grandes gastos económicos. Y tal dicho tal hecho; dejó su bienestar en aquel pueblo y, evidentemente con algunos años encima, hizo el esfuerzo de empezar de nuevo para poder facilitar a la larga, la vida a su hijo. Los primeros años me consta que las pasó un poco duras, sin embargo, después salió gracias a su espíritu luchador. Mientras tanto su hijo, consciente de la responsabilidad que en todo momento le transmitía su padre, hizo el bachillerato, más tarde estudios universitarios de grado medio y finalmente una carrera de grado superior. Así se cumplió el deseo de aquel hombre de ver a su hijo más bien preparado profesionalmente que él mismo.
La Fundació Espavila quiere rendir un homenaje a todas aquellas personas que mediante su esfuerzo han facilitado nuestro desarrollo. Espavila’t para seguir adelante.