InicioArtículosEL PARO JUVENIL: ¿UNA GENERACIÓN PÉRDIDA?

España es el país europeo con la peor tasa de paro juvenil, eso es lo que dice la vicepresidenta del Comité Económico y Social Europeo, Anna Maria Darmin. Casi uno de cada dos jóvenes en disposición de trabajar no encuentra trabajo. Estamos ante una situación de «pérdida económica y pérdida de una generación que quedará marcada por los efectos psicológicos del desempleo». En este sentido cualquier gobierno responsable debe hacer el esfuerzo de emprender acciones para detener este hecho, garantizando una oportunidad a los jóvenes y evitar las consecuencias negativas en el largo plazo de una generación.

La crisis económica ha impactado de forma contundente en nuestra sociedad pero de manera muy especial a los jóvenes. Sin embargo el índice de paro baja en la medida que hay más formación. La formación es básica para entrar en el marcado del trabajo, es fundamental para ser competitivos y aspirar a trabajos de mayor calidad. Es imprescindible establecer planes específicos de formación continuada y aprendizaje de idiomas, sobre todo inglés, que permitan convenios de colaboración (trabajo-formación) con cualquier tipo de entidades locales, nacionales o con otros países miembros de la UE. Sería deseable que las escuelas de formación profesional existentes en la actualidad se abrieran mucho más al mundo laboral y que los alumnos tuvieran la oportunidad de adquirir conocimientos teóricos y a la vez eminentemente prácticos de la profesión, lo que permitiría una incorporación más rápida y llana de los jóvenes al mundo del trabajo una vez superados sus estudios.

La situación que nos encontramos es consecuencia directa de un «estado del bienestar» muy arraigado, sobre todo entre los jóvenes, pero a la vez mal entendido. La cultura del esfuerzo no ha estado de moda en los últimos años. El sistema educativo no ha sido capaz de motivar a los alumnos en la fase de educación obligatoria. No ha generado gusto por el aprendizaje y el resultado no puede ser más gráfico; 30% de fracaso escolar. Con este panorama no es difícil entender que muchos de los jóvenes les cuesta ser receptivos a formarse profesionalmente. Les cuesta entender que el aprendizaje y el trabajo genera a la larga más satisfacciones que todo lo que se consigue sin esfuerzo. Antes de la crisis muchos jóvenes dejaron los estudios por el simple hecho de no hacer nada; nacieron los llamados «ni-ni», sin ningún tipo de interés ni por la formación ni por el trabajo. Otros jóvenes abandonaron su formación de forma precipitada para acceder a puestos de trabajo en los que no se requería ningún tipo de preparación, sólo iluminados por disponer rápidamente de dinero para acceder al mundo del consumo. La galopante crisis económica ha cortado de raíz las aspiraciones de muchos dejando claro que la formación es imprescindible.

No es tolerable la tasa de paro juvenil existente. En este sentido establecer planes formativos y de ayudas a las empresas para reducir el desempleo se hace totalmente necesario. Depende todo una generación. Espabila

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