EL ENTUSIASMO. El motor de nuestros proyectos.
Para iniciar y desarrollar un proyecto de cualquier tipo; personal, empresarial, político, etc., es necesario la dedicación y el esfuerzo. Por otro lado, tener las ideas claras es decir, creer en el proyecto iniciado y en sus posibilidades de futuro, nos motivará para salir adelante. Sin embargo, ¿Cuál es el verdadero motor que nos permitirá superar cualquier contrariedad? ¿Qué fuerza nos hará ver los obstáculos de manera más campechana? Pues ni más ni menos que EL ENTUSIASMO.
El Entusiasmo, según dice el diccionario: «Es una exaltación del alma». Es un estado de apasionamiento que nos ayuda a ver nuestros proyectos de forma satisfactoria y estimulante, que convierte el camino para llegar en recto y campechano, a pesar de ser en realidad, tortuoso y lleno de piedras. Tener este estado de ánimo y mantenerlo a lo largo del tiempo, a pesar de las desilusiones que comporta el día a día, puede ser la herramienta más segura para garantizar el buen resultado de aquello que nos propongamos o para llegar más lejos.
Francesc Torralba, Director de la Cátedra Ethos de la Universidad Ramon Llull, escribe en el “Diari Avui” en su artículo: «Dosis de entusiasmo»:
«Parece que nuestra época respira más nostalgia que entusiasmo, más melancolía que esperanza. Y, no obstante, sin entusiasmo, no podemos hacer realidad ninguno de los proyectos individuales o colectivos que nos proponemos. Con entusiasmo tampoco claro está que lleguen a buen puerto, pero a buen seguro llegarán más lejos de lo previsto.
El entusiasmo no se fabrica a través de una campaña publicitaria millonaria, ni se transmite como los conocimientos o los saberes. Es un estado de ánimo que se contagia, pero no obedece unas leyes lógicas. Los profesores sabemos muy bien que nuestro entusiasmo en una determinada materia no garantiza que un solo alumno se entusiasme mínimamente. Con todo, nuestros jóvenes tienen derecho a entusiasmarse, les tenemos que dar la posibilidad de que tensen el arco y apunten lejos, que se pongan en camino, aunque sepan, de bien seguro, que está lleno de piedras y zarzas».
De todas maneras, no se tiene que confundir el entusiasmo con estados de euforia generalmente faltos de espíritu crítico que se manifiestan con alegría desmesurada y mucho ruido. El entusiasmo bien entendido no es eso, es algo más profundo, más interno, tal como dice su definición es una exaltación del alma.
De tanto en cuanto te encuentras personas, independientemente de la edad que tengan, realmente entusiastas; no necesariamente alegres u optimistas, pero que su manera de entender ciertas cosas nos contagia. Según Francesc Torralba, el entusiasmo no se compra ni se vende, pero tenemos derecho a encontrar aquello que nos puede entusiasmar. Tenemos de hacer el esfuerzo de intentarlo. Espavila’t.