LA VIVIENDA: ERRORES DEL PASADO, SOLUCIONES DE FUTURO
La vivienda se puede definir como toda edificación que cumple con la función social de aportar a las personas el espacio suficiente para satisfacer sus necesidades personales y de habitación. Tiene el gran valor de ser una pequeña porción de territorio de uso exclusivo de las personas que habitan y; evidentemente, tiene que cumplir con las normativas que dicta la Ley (superficies, instalaciones, equipamientos, etc.) a fin de dotarlo del confort mínimo y necesario para ser habitable. Todos tenemos derecho a una vivienda; es un hecho ampliamente reconocido!
La Constitución Española también lo contempla; y, entre otras cosas, dice que los poderes públicos establecerán las normas pertinentes para hacer realidad este derecho. Pero, a pesar de las buenas intenciones de la normativa, ¿que ha pasado en los últimos años ?; pues, que el Estado dejó en manos de especuladores agresivos el tema de la vivienda y apostó por un crecimiento fácil y rápido a base de créditos baratos y a largo plazo. El Estado español, según ha comentado Ada Colau, promovió la confusión entre el «Derecho a la vivienda» con el «Derecho a endeudarse para la vivienda», impulsando la propiedad privada más allá de los límites razonables y provocando un sobre endeudamiento de gran parte de los ciudadanos. El resultado es bien presente: una población empobrecida, a menudo sin trabajo y víctima de las hipotecas; con las consecuencias emocionales y sociales que ello representa.
Yo mismo, como arquitecto, tuve ocasión de vivir aquellos años de desenfreno. Promotores y entidades financieras, con el visto bueno de la Administración, decían reiteradamente: «compre viviendas porque su valor es siempre al alza, no baja nunca»; así, aquellos que disponían de una nómina y capacidad de endeudamiento tenían ansias de mejorar. Los que vivían de alquiler querían comprar un pisito y los que ya tenían uno deseaban vivir en un ático, una casa adosada o un chalet; como si el hecho de adquirir una vivienda fuera la meta máxima para conseguir el bienestar e, incluso, la preciada felicidad. Bien; llegado a este punto permítanme una pequeña reflexión: los arquitectos debemos proyectar viviendas dignas para vivir, que sean capaces de generar confortabilidad; sin embargo, conseguir que cada vivienda llegue a ser una «verdadero hogar», es decir, que se generen vínculos entre las personas y se disfrute del placer de estar en casa y de lo que se llama «el calor del hogar», sólo dependerá de las actitudes y buena sintonía de las personas que habiten.
Las consecuencias de los errores cometidos, y teniendo en cuenta las necesidades que plantean las nuevas generaciones, harán que la vivienda se entienda de manera diferente. Los jóvenes quieren disfrutar de unas relaciones personales y familiares de una manera mucho más autónoma y liberal; así, no es compatible con el concepto de vivir en una misma vivienda de forma permanente; y, mucho menos aún, con lazos hipotecarios de endeudamiento a largo plazo. Piden flexibilidad !; por tanto, en el futuro se impondrá vivir en viviendas en régimen de alquiler. Y; ¿estas viviendas como serán? Bien; creo que seguirán teniendo distribuciones y estancias para garantizar la privacidad, en detrimento de otras formas de vivir mucho más comunitarias y experimentales. Las viviendas se adecuarán mucho más a las necesidades concretas de las personas; pero sin renunciar a la intimidad, ya que, es un hecho muy arraigado entre nosotros. Dispondrán también de las energías alternativas y las tecnologías más avanzadas para generar ahorro energético. Un factor muy importante será la ubicación en el territorio para tener acceso fácil, sin grandes desplazamientos, los servicios más primarios. Y ya para resumir; creo que el futuro de la vivienda pasa por una implicación mucho más directa de la Administración, a fin de garantizar un espacio digno para vivir todos, sin olvidar las necesidades cambiantes de las nuevas generaciones. Por otra parte, considero que a la larga, los edificios de viviendas será mucho más funcionales y ganarán en servicios más o menos centralizados como: lavandería, limpieza, servicios de guardería, alimentación, etc .; ya que el tiempo empleado en el trabajo diario de las personas y, también, las necesarias relaciones sociales no dejan demasiado espacio para la adecuación diaria y correcta del hogar.
La vivienda en el futuro no puede ser una carga que hipoteque la vida a largo plazo; todo lo contrario, debe ser capaz de aportar soluciones a las necesidades que en cada momento plantea la vida. ¡Yo lo creo así !; ¿tú que opinas? Espavila’t.