¿Te gustaría encontrar la llave de la felicidad?
Si es así; te invito a dar un vistazo a un bonito cuento que estoy seguro de que te gustará: «Hace muchos años, los Dioses, que se encontraban muy solos y necesitaban compañía, decidieron crear al hombre. Le dotaron de inteligencia y a la vez le dieron la llave que abría la puerta para acceder a todo un mundo de felicidad, pero ¿que pasó? Pues, que los hombres se olvidaban de vivir e iban directamente con aquella llave hacia la puerta que los conducía a la felicidad, y, de esta manera los Dioses volvieron a quedarse solos. Después de pensar y pensar, dijeron: los sacaremos la llave de la felicidad!; pero este hecho planteaba un gran dilema: ¿Dónde la esconderemos para que no la encuentren nunca? Hablaron de llevarla a la cima de la montaña más alta, el fondo del mar e, incluso, a un planeta lejano, pero se dieron cuenta de que el hombre con su inteligencia lo acabaría descubriendo. Finalmente uno de los Dioses propuso: ¿Y si la escondiéramos dentro de ellos mismos? Estarán tan preocupados buscándola por fuera que no se les ocurrirá mirar dentro; ¡y todos estuvieron de acuerdo! Y desde entonces, los hombres a menudo nos pasamos los días buscando la clave de la felicidad sin saber que la llevamos dentro de nosotros mismos». Bueno, ¿qué te ha parecido el mensaje de este cuento? Supongo que todos estamos de acuerdo que la felicidad es un estado mental de bienestar, lejos de riquezas físicas y materiales, que sólo disfrutaremos si somos capaces de encontrar las herramientas, es decir la llave, para acceder a ella, pero ¿de qué herramientas estamos hablando?
Pep Marí, psicólogo especializado en psicología deportiva en el CAR (Centro de Alto Rendimiento), nos da algunas pautas. Según él; el bienestar psicológico de una persona se fundamenta en el control de tres grandes pilares que incluyen el conjunto de necesidades, valores y actitudes para vivir dignamente y, de rebote, descubrir un cierto grado de felicidad. Estos pilares, que deben interpretarse a la vez en los ámbitos personal y social, son: La Seguridad, la Aceptación y el Sentido.
– Define la Seguridad de esta manera: «Las personas necesitamos creer que controlamos nuestro entorno inmediato y las propias emociones para garantizar la supervivencia». Pensar que tenemos las necesidades más elementales cubiertas como por ejemplo, la comida, un lugar para dormir o un trabajo digno, nos genera seguridad; en cambio, no controlar los miedos o los prejuicios nos provoca desconfianza; por tanto, si falla el sentimiento de seguridad queda reducido el benestar
– El segundo pilar básico se fundamenta con la Aceptación: «Los seres humanos queremos sentirnos aceptados por las personas de nuestro entorno ya la vez tenemos la necesidad de aceptarnos a nosotros mismos». Así pues; es vital la aceptación física de cada uno, es decir la autoestima, y la coherencia entre lo que somos y lo que pensamos. La falta de aceptación, tanto personal como social, de una persona la lleva directamente hacia la exclusión; provocándole sentimientos de soledad y aislamiento.
– El tercer pilar, según Pep, es el Sentido que damos a nuestras actividades: «La persona necesita creer que lo que hace tiene sentido y que aquellas actividades en las que invierte ilusión y esfuerzo valen la pena. Todas las necesidades de las personas se reducen a buscar el sentido, incluyendo las espirituales». Si damos sentido a lo que hacemos o creemos podremos controlar valores tan importantes como la motivación y el esfuerzo, la responsabilidad, la perseverancia, etc. Si falta el sentido a todo lo que hacemos aparecerán contravalores tan negativos para la persona como pueden ser: aburrimiento, rutina, desgana; entre otros.
La finalidad máxima de cualquier ser humano, y en eso coinciden los entendidos, es ser feliz o al menos tratar de encontrar la llave que nos lleve; pero esta llave está tan bien escondida que solo la podremos localizar si somos capaces de controlar una compleja combinación de valores y actitudes positivas. No es fácil encontrar la felicidad; pero seguro que vale la pena! Espavila’t.